Justamente este jueves, cuando líderes electos de la ciudad de Nueva York exigían en un acto en el Bajo Manhattan, más ayuda financiera para atender las necesidades de miles de solicitantes de asilo, que siguen llegando a refugios en los cinco condados, una señora airada interrumpió la actividad gritando: ¡Ellos no pueden ser la prioridad, cuando tenemos tantos neoyorquinos que por décadas viven en la pobreza, sin trabajo y sin vivienda!
El telón de fondo de este reclamo, está lejos de ser un hecho aislado.
Se trata de uno de los ángulos más filosos de la crisis migratoria, que precisamente el Defensor del Pueblo, Jumaane Williams y el contralor Brad Lander, acompañado por congresistas, concejales y líderes comunitarios, estaban tratando de explicar.
“Nueva York siempre ha sido un faro por años para nuevos inmigrantes. Por ello exigimos al Gobierno federal y a la gobernación más recursos para darle la bienvenida a estas miles de personas y relajar las presiones presupuestarias a la Ciudad. Además, no puede ser que en este momento promovamos divisiones entre los que están aquí por años. Y los que están llegando”, remarcó William.
La exigencia y preocupación del Defensor del Pueblo, coincide con las crecientes presiones comunitarias que cuestionan que se dirijan millones de dólares para atender a los recién llegados, un clima de opinión que podría estar recibiendo el combustible de una retórica que encienda más el fuego del “nosotros llegamos primero”.
Pero aún así, Williams destacó que estaba agradecido por que la mayoría de los neoyorquinos han dado un “paso al frente” en apoyo de sus nuevos vecinos.
NYC al borde
Este tipo de controversias, de acuerdo con la interpretación de líderes comunitarios, está siendo alentada por el mismo Alcalde Eric Adams, quien el pasado fin de semana, tras visitar la zona fronteriza de El Paso en Texas, para constatar la crisis migratoria, aseguró que la Ciudad estaba al borde de recortes presupuestarios severos por atender esta coyuntura.
Desde la primavera pasada, los gobernadores republicanos de Florida y Texas comenzaron a enviar en autobuses a una oleada de solicitantes de asilo suramericanos, que habían cruzado la frontera sur, hacia ciudades como Nueva York, Washington y Chicago, aduciendo que estaban colocando la carga de la crisis fronteriza, en manos de las ‘ciudades santuario’.
Desde entonces, más de 36,000 personas han pasado por el sistema de refugios y aproximadamente 24,000 siguen dependiendo de la ayuda de programas sociales de la Alcaldía, incluyendo alojamiento en hoteles habilitados como refugios.
El Alcalde quien ha declarado la emergencia financiera y ha exigido auxilios a la Casa Blanca, insiste que ese dinero “proviene de nuestras escuelas. Viene de nuestra seguridad pública, nuestros hospitales, nuestra infraestructura”.
El otro punto que puso “sal en la herida”, es que Adams detalló que la afluencia de inmigrantes costará a las arcas municipales hasta $2 mil millones.
El Diario de Nueva York