Ciudad del Vaticano, 23 de octubre de 2024 – En su reflexión sobre el Evangelio según San Lucas (12, 32-48), el Papa Francisco ha destacado el profundo deseo del encuentro definitivo con Cristo, un anhelo que impulsa a los fieles a mantenerse siempre preparados y con el espíritu en vela. Este deseo, según el Pontífice, es un aspecto fundamental de la vida humana y reside en el corazón de todas las personas, ya sea de manera explícita o latente.
El Santo Padre enfatizó la importancia de comprender las enseñanzas de Jesús en su contexto existencial y concreto. Lucas nos presenta a Jesús caminando con sus discípulos hacia Jerusalén, hacia su Pascua de muerte y resurrección. En este camino, Jesús educa a sus seguidores compartiendo las actitudes más profundas de su alma y revelando lo que lleva en su corazón.
Entre estas actitudes, el Papa destacó el desapego de los bienes materiales, la confianza plena en la providencia del Padre y la vigilancia interior. «Es la espera activa del Reino de Dios», señaló Francisco. Esta vigilancia no es una actitud pasiva, sino una preparación constante para el encuentro con Cristo, que debe manifestarse en la vida cotidiana de cada creyente.
«Para Jesús, es la espera del regreso a la casa del Padre. Para nosotros, es la espera de Cristo mismo, que vendrá a buscarnos para llevarnos a la fiesta sin fin», afirmó el Papa, recordando que este anhelo debe impulsarnos a vivir con auténtica fe y compromiso espiritual. Hizo hincapié en que todos compartimos este deseo en el corazón, incluso si a veces permanece oculto.
El Pontífice también recordó el ejemplo de María Santísima, a quien Jesús llevó al cielo con Él. Esta imagen sirve como promesa y esperanza para todos los creyentes, indicando el destino al que estamos llamados si seguimos fielmente las enseñanzas de Cristo y mantenemos viva la espera de su venida.
El Papa Francisco instó a los fieles a adoptar las actitudes que Jesús transmitió a sus discípulos: desapego de lo terrenal, confianza en Dios y vigilancia interior. Estas actitudes nos ayudan a centrar nuestra vida en lo esencial y a prepararnos para el encuentro con el Señor, alejándonos de las distracciones y superficialidades del mundo.
«Vivamos con el corazón abierto y el espíritu alerta», exhortó el Santo Padre. «Que nuestra espera activa del Reino de Dios se refleje en nuestras acciones diarias, en nuestra relación con los demás y en nuestra dedicación a la oración y la caridad». Subrayó que esta preparación es un camino que nos conduce a la verdadera felicidad y realización en Cristo.
Concluyendo su mensaje, el Papa animó a todos a no desfallecer en este camino de fe y esperanza. «Que el deseo del encuentro con Cristo nos mantenga siempre vigilantes y nos llene de alegría», expresó. «Así, cuando Él venga, estaremos listos para entrar con Él en la fiesta sin fin».
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