Washington, D.C. – 12 de octubre de 2024 – Un alarmante 74% de los votantes que son simpatiante del expresidente creen que Donald Trump no aceptará los resultados de las elecciones presidenciales del 5 de noviembre si es derrotado por la vicepresidenta Kamala Harris. La cifra, revelada por una encuesta reciente del Pew Research Center, ha generado preocupación generalizada sobre la estabilidad del proceso democrático en Estados Unidos. Entre los propios seguidores de Trump, solo el 46% espera que el expresidente reconozca una posible derrota, lo que pone de manifiesto una profunda desconfianza en la legitimidad de los resultados electorales.
Este escepticismo contrasta fuertemente con las expectativas sobre Kamala Harris, ya que el 72% de los votantes, incluidos el 95% de sus seguidores, confían en que ella aceptará los resultados si pierde. La diferencia en las percepciones entre ambos candidatos subraya la polarización política que atraviesa el país en este momento crucial. Los votantes de Harris muestran una clara confianza en que su candidata respetará el resultado de las elecciones, mientras que una mayoría significativa de votantes no comparte la misma seguridad respecto a Trump.
Este escepticismo contrasta fuertemente con las expectativas sobre Kamala Harris, ya que el 72% de los votantes, incluidos el 95% de sus seguidores, confían en que ella aceptará los resultados si pierde. La diferencia en las percepciones entre ambos candidatos subraya la polarización política que atraviesa el país en este momento crucial. Los votantes de Harris muestran una clara confianza en que su candidata respetará el resultado de las elecciones, mientras que una mayoría significativa de votantes no comparte la misma seguridad respecto a Trump.
La encuesta, realizada entre el 30 de septiembre y el 6 de octubre de 2024, también refleja un creciente temor por el potencial de violencia política en caso de que los resultados no sean aceptados. El 66% de los votantes considera que la amenaza de violencia contra los líderes políticos y sus familias es un problema importante en el país, con un 74% de los simpatizantes de Trump expresando esta preocupación, en comparación con el 60% de los seguidores de Harris. Estos datos refuerzan la inquietud sobre cómo se desarrollará el proceso electoral y las posibles consecuencias de una negación de los resultados.
La contienda entre Harris y Trump está extremadamente reñida, con el 48% de los votantes registrados favoreciendo a Harris o inclinándose por apoyarla, y el 47% respaldando a Trump o inclinándose por su candidatura. Este empate técnico, a menos de un mes de las elecciones, añade aún más tensión al escenario político. La encuesta también muestra que el 86% de los votantes considera que aún no está claro quién será el ganador, lo que refleja un ambiente de incertidumbre sin precedentes.
A pesar de esta división, las expectativas sobre cómo los candidatos podrían actuar tras una derrota son claras. Mientras que una abrumadora mayoría de los votantes de Harris cree que su candidata reconocerá una eventual derrota, el escepticismo sobre Trump sigue siendo fuerte. Solo el 24% de los votantes cree que el expresidente aceptará los resultados si pierde, un dato que pone en entredicho la confianza en el sistema electoral por parte de un sector importante de la población.
Las consecuencias de esta falta de confianza no se limitan solo a los votantes, sino que también podrían afectar la percepción general sobre la legitimidad del proceso electoral. Las diferencias entre los simpatizantes de ambos candidatos son reflejo de una división más amplia en el país, con implicaciones profundas para la cohesión social y la gobernabilidad futura, independientemente de quién sea declarado ganador.
En términos de los posibles presidenciables, tanto Harris como Trump generan opiniones polarizadas entre los votantes. El 46% de los votantes ve a Harris como una presidenta «mala» o «terrible», mientras que el 36% opina que sería «buena» o «excelente». En el caso de Trump, el 48% lo ve negativamente como un posible presidente, frente al 41% que considera que sería «bueno» o «excelente». Estas divisiones reflejan no solo las preferencias electorales, sino también la expectativa de cambio que ambos candidatos traen consigo. Este escenario, en el que más de la mitad de los votantes temen que no habrá una transición pacífica del poder en caso de derrota, aumenta la presión sobre las instituciones democráticas del país. Con las elecciones acercándose rápidamente, el impacto de esta desconfianza en el resultado final y en la aceptación del próximo presidente es aún incierto.