Manzanillo, Montecristi.- En un giro inesperado que agudiza las tensiones entre República Dominicana y Haití, el gobierno haitiano procedió ayer a la apertura del canal que vine construyendo en Juana Méndez, con el fin de desviar aguas del río Masacre hacia su territorio. Esta acción ha provocado una drástica reducción del caudal del río en la provincia de Dajabón, República Dominicana, dejando a comunidades enteras al borde de una crisis hídrica sin precedentes.

La historia del conflicto se remonta a iniciativas pasadas por parte de Haití de aprovechar las aguas del río Masacre para la agricultura, generando preocupaciones sobre el impacto ambiental y los derechos de uso de agua. La reciente apertura del canal marca un punto crítico en esta larga disputa, con repercusiones inmediatas para el suministro de agua y la biodiversidad en la zona fronteriza.

Ante esta situación, el presidente de la República Dominicana, Luis Abinader, ha respondido con medidas contundentes, incluyendo el cierre total de la frontera con Haití. Esta decisión subraya la seriedad con la que se toma el asunto y el compromiso del gobierno dominicano por proteger sus recursos naturales y la seguridad de sus ciudadanos.

 La apertura del canal no solo compromete el acceso al agua para consumo y actividades agrícolas en Dajabón y zonas aledañas, sino que también plantea serias amenazas al ecosistema local. La comunidad internacional y organismos de conservación expresan su alarma ante el potencial daño irreversible a la biodiversidad de la región.

Del lado haitiano, se argumenta que la construcción del canal es esencial para mitigar la escasez de agua que afecta gravemente su sector agrícola. Figuras como Jean-Baptiste Bien-Aimé enfatizan la necesidad de encontrar soluciones sustentables que permitan el desarrollo agrícola sin perjudicar los recursos compartidos.

A pesar de las medidas inmediatas tomadas, voces en ambos lados de la frontera abogan por un enfoque más colaborativo y dialogante para la gestión del río Masacre. Proponen la búsqueda de un acuerdo bilateral que contemple el uso justo y sostenible de las aguas, en beneficio de ambas naciones.

Expertos advierten sobre las consecuencias a largo plazo de este conflicto si no se encuentra una solución pacífica y mutuamente beneficiosa. La estabilidad social, económica y ambiental de la región fronteriza depende de una gestión hídrica equitativa y responsable.

En ese sentido, el destacado periodista, escritor e intelectual dominicano, Miguel E. Guerrero, recientemente expresó una visión profunda y meditada sobre el espinoso tema de la distribución de las aguas del río Masacre. Guerrero señala la urgencia de adoptar un enfoque colaborativo y de entendimiento mutuo frente a la decisión de Haití de desviar parte de estas aguas para fines agrícolas. Subraya que, lejos de avivar los fuegos de una crisis innecesaria, deberíamos buscar caminos de cooperación que permitan el aprovechamiento equitativo del recurso hídrico sin perjudicar a ninguna de las partes. Para Guerrero, esta no es solo una cuestión de diplomacia, sino también de visión a largo plazo, en la que el uso sostenible y controlado del río Masacre podría incluso contribuir a mejorar las condiciones de vida en Haití, reduciendo la presión migratoria hacia la República Dominicana.

Más allá del debate inmediato sobre los derechos y usos del agua, Guerrero invita a reflexionar sobre las implicaciones más amplias de la gestión compartida de recursos naturales. Argumenta que proporcionar a los haitianos medios para cultivar su tierra eficazmente podría disminuir la necesidad de migrar en busca de mejores oportunidades, abordando así una de las causas fundamentales de la tensión fronteriza. Este enfoque, basado en el reconocimiento de la interdependencia y los beneficios mutuos, ofrece una alternativa esperanzadora a la dinámica de conflicto y confrontación. A través de sus palabras, Guerrero nos recuerda que la clave para una convivencia pacífica y productiva entre vecinos radica en el diálogo, la empatía y la cooperación, principios que deberían guiar la gestión de todos los recursos compartidos, especialmente en tiempos de escasez y cambio climático.

La crisis actual destaca la urgencia de adoptar prácticas de cooperación y gestión sostenible de los recursos hídricos. La situación del río Masacre sirve como un llamado a la acción para ambas naciones, subrayando la importancia de la diplomacia y el entendimiento mutuo en la resolución de disputas por recursos naturales compartidos. La comunidad internacional permanece atenta, esperando una resolución que asegure la paz y la sostenibilidad en la frontera dominico-haitiana.

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