El mundo se transformó radicalmente en la última década. Y, de forma particular, el cambio se intensificó desde marzo de 2020, con el anuncio global de una pandemia de grandes proporciones. Los comportamientos, las percepciones, los valores individuales y colectivos, todo fue sometido a cuestionamientos más profundos. Y la discusión aún continúa.

En ese contexto, un concepto emergió rápidamente, aunque su contenido no sea muy novedoso. Se trata de los criterios con base en la sigla en inglés ESG, que significa ‘gobierno ambiental, social y corporativo’. Ese conjunto de buenas prácticas expresa preocupaciones con respecto al medio ambiente y la sustentabilidad, cuestiones de orden social y de un gobierno corporativo responsable y eficaz.

En el escenario internacional, incluso existen agencias especializadas en evaluar a las empresas en estas cuestiones. Por ejemplo, la MSCI realizó una evaluación de Tesla, que produce carros eléctricos, y constató que la compañía merece un 10 en algunos aspectos, lo que la colocaría por encima del promedio entre 39 compañías de automóviles. Sin embargo, según los evaluadores, la empresa de Elon Musk peca en las prácticas laborales, y el ítem “S” (social) rebaja su nota en la clasificación general ESG.

El concepto de ESG presenta una relación directa con los aspectos cotidianos que siempre fueron parte de la realidad humana. También hay personas que critican el concepto, alegando que se trata solo de una moda pasajera y oportunismo corporativo. Sin embargo, la realidad es que las personas son confrontadas rutinariamente con la necesidad de tratar con la basura doméstica, encarar el consumo racional de los recursos disponibles (agua, plantas), o incluso decidir qué tipo de transporte va a utilizar, con efectos directos sobre la contaminación atmosférica. Eso solamente para mantenerse en la discusión acerca de la sustentabilidad del planeta.

Preocupación

Un estudio del Pew Research Center divulgado en mayo de 2021 mostró la preocupación de las nuevas generaciones con el tema. La verificación comprobó, por ejemplo, que la generación Z (nacidos entre la segunda mitad de la década de 1990 hasta el inicio de 2010) es particularmente propensa a expresar ansiedad sobre el futuro. Entre los usuarios de redes sociales, casi siete de cada diez integrantes de la Generación Z (69%) dicen que se han sentido ansiosos sobre el futuro en la última vez que vieron contenido sobre el cambio climático.

El problema ambiental se traduce en datos preocupantes. Hay previsiones muy alarmantes en el documento Evaluación de riesgos de cambios climáticos, desarrollado para dar subvenciones a los representantes gubernamentales que participaron de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2021 (COP26), que tuvo lugar entre el 31 de octubre y el 12 de noviembre en Escocia. El documento prevé que, “si las emisiones de gases contaminantes no caen drásticamente antes de 2030, para el 2040, 3.9 mil millones de personas serán susceptibles a sentir grandes olas de calor cada año”.

Sustentabilidad

Sin embargo, la ESG no se resume a preocupaciones de orden ambiental. Básicamente, la idea es que las organizaciones deben mantener una mirada más atenta a las implicaciones sobre los tres aspectos que crean la sigla. Se habla de sustentabilidad (cuidado con el medio ambiente, la “E” de environmental), de los factores sociales (protección de derechos humanos, diversidad y protección al consumidor, la “S” de social) y gobierno corporativo (o sea, la propia gestión de las organizaciones en términos de confiabilidad, dilemas éticos y eficiencia, entre otras cosas, la “G” de governance).

Hablando del medio ambiente, sin embargo, hay más información importante. En mayo de 2021 se realizó una entrevista con Bruna Ribeiro, consultora de sustentabilidad ambiental y cursando una maestría en Administración de Empresas para la columna de Comunicación Estratégica del Portal Adventista. En esa ocasión, la especialista recordó que “la propia pandemia reforzó las desigualdades y la urgencia de medidas que consideren las cuestiones sociales y ambientales”.

Contexto religioso

Las empresas han visto en las tres letras del concepto ESG un activo esencial para que sean consideradas dignas de confianza de los clientes. Ahora haga el ejercicio de demorarse en una pregunta adicional: ¿y en el caso de las religiones? ¿Será que las iglesias también tienen que estar sintonizadas con las necesidades a su alrededor por su propia razón de ser? ¿Cuánto puede revertir esa sintonía en credibilidad y confiabilidad ante las personas? La respuesta de los analistas es que estas prácticas son responsabilidad de todos. O sea, las organizaciones religiosas también necesitan fortalecer esa visión.

En el ámbito religioso, hay algunos movimientos en ese sentido. Uno de ellos fue el documento Laudato Si’, emitido por el papa Francisco en mayo de 2015. La encíclica critica el consumismo y ofrece la perspectiva de la teología católica acerca del cuidado con el medio ambiente y pide el empeño de la sociedad para esa tarea. Entre los protestantes europeos existen iniciativas relacionadas al domingo verde.

Sin embargo, estas iniciativas religiosas específicas merecen una mirada analítica y crítica, especialmente por el hecho de que existe una agenda no tan clara por parte de los actores involucrados. Pero el hecho es que existen preocupaciones pertinentes, en el campo religioso, capaces de ofrecer un diagnóstico que sea compatible con la realidad.

Ponderaciones bíblicas

En ciertos aspectos, las ideas hoy sistematizadas en la defensa del ESG encuentran un paralelo en el texto de la Santa Biblia hace milenios. El mundo corporativo no inventó tales dilemas. De diferentes maneras, en el libro sagrado del cristianismo se presenta la necesidad de que los cristianos se involucren en el cuidado del medio ambiente, en la búsqueda por reducir el sufrimiento del otro y promover una gestión ética.

Una declaración oficial de la Iglesia Adventista del Séptimo Día de julio de 1995 hace eco al libro de Génesis al defender el cuidado con el medio ambiente. El inicio del documento ya afirma que “los adventistas del séptimo día creen que la especie humana fue creada a imagen de Dios, así representando a Dios como sus mayordomos, para dominar el ambiente natural de manera fiel y fructífera”. El enfoque adventista es muy claro y fue construido a partir de la perspectiva del creacionismo bíblico.

Actitudes posibles

Es muy cierto que muy probablemente el mercado corporativo tal vez haya adherido, en parte, al concepto ESG (lo que incluye prácticas sustentables) como una oportunidad de impulsar las ventas y aumentar el lucro de las compañías. Sin mencionar el miedo de perder certificaciones que, en última instancia, garantizan la credibilidad y la rentabilidad.

Sin embargo, el impulso de los cristianos no procede de ganancias financieras con las prácticas del ESG. Es el amor a Dios y al prójimo que mueve a las personas a cuidar del lugar donde habitan y de las personas. Para el teólogo John Stott, “los cristianos tienen una base más saludable para servir a otros seres humanos. No es por causa de lo que pueden volverse en el futuro desarrollo especulativo de la raza, sino por causa de lo que ya son en virtud de la creación divina” (O Cristão em uma Sociedade não Cristã [Thomas Nelson, 2019], p. 55).

Elena White, profetisa y pionera inspirada del adventismo, escribió diversos capítulos en sus decenas de libros sobre el papel social de los cristianos. Desde la óptica adventista, las personas cumplen la voluntad de Dios cuando cuidan del medio ambiente en la condición de administradores fieles.

La preservación ambiental no es un intento de crear una buena imagen pública, ni una forma de garantizar un planeta longevo por miles de años; es la capacidad de comprender que los seres formados por un Dios de amor no destruyen lo que él creó, sino que actúan de forma sustentable, porque se preocupan con los más vulnerables. El cuidado ambiental es una acción solidaria ante tantas desigualdades, diferencias y oportunidades.

Aunque no sea posible afirmar que Elena White haya sido una activista, algunas partes de sus libros indican una nítida preocupación con relación a los cuidados con el medio ambiente, siempre en conjunto con un estilo de vida saludable, lo que caracteriza el mensaje identificado con el adventismo desde sus comienzos. Por ejemplo, en el libro El ministerio de curación (p. 282), la profetisa afirmó: “El ambiente físico de las ciudades es muchas veces un peligro para la salud. La exposición constante al contagio, el aire viciado, el agua impura, el alimento adulterado, las viviendas obscuras, malsanas, y atestadas de seres humanos, son algunos de los muchos males con que se tropieza a cada paso”.

El tema del medio ambiente, e incluso el de las áreas sociales y de gobierno, que componen la idea más amplia del ESG, son todos más complejos. Por eso, aquí no se agotaron todos los posibles análisis. Lo más importante es la convicción de que, para los cristianos, específicamente los adventistas del séptimo día, el concepto ESG no debería ser una moda pasajera, una preocupación al nivel de la mera abstracción o incluso una búsqueda por intereses financieros.

El respeto al medio ambiente y al otro siempre fueron defendidos por el cristianismo, incluso por el adventismo. Es necesario profundizar en estas prácticas, incentivando el cuidado de lo que Dios colocó en nuestras manos por, básicamente, dos razones: él es quien les concede a los seres humanos el dominio de la naturaleza y, cuando tratamos adecuadamente al ambiente a nuestro alrededor, también mejorando la vida de las personas. Y eso es solidaridad.

Fuente Pagina Iglesias Adventistas

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