Desde que el presidente de la república ordenó la construcción del Muro Fronterizo, felizmente o a contrapelo los ciudadanos fronterizos no tuvieron más remedio que adherirse al mismo, muchos cuestionan su efectividad otros lo ven como la panacea, con certeza o sin ella, el muro por el momento brinda una esperanza de que las cosas serán mejores, que habrá más “seguridad en la frontera”.
Lo que nadie se imaginaba es que los métodos asumidos para su construcción pusieran sobre las cabezas de los cientos y miles de afectados una tormentosa agonía sobre su destino y seguridad personal, pues centenares de viviendas y negocios están siendo destruidos o amenazados con desplazar a las personas de sus viviendas, y sucede que los métodos asumidos por las autoridades dejan ver un dejo de soberbia altanera, una insensibilidad y abuso de poder de la autoridad fisgona de tiempos pasados.
Es bueno que los que hoy gobiernan sepan que estamos en otros tiempos una nueva manera de manejar la relación Gobierno – sociedad amparado en una constitución grafista de los derechos individuales y preceptos consagrados inviolables como lo es el derecho de propiedad.
El abuso de poder de por sí es odioso y perverso, es abominable y artero, es el fruto de mentes retorcidas ancladas en el pasado.
Recomendamos al presidente Luis Abinader Corona asumir como jefe de Estado una supervisión más estricta del proceso de construcción del Muro, más humanidad y justicia al tratar a los ciudadanos fronterizos que no son ciudadanos de tercera categoría sino más cien ciudadanos sacrificados verdaderos guardianes de la dominicanidad. Que evite que esté no se convierta en un muro de las lamentaciones