Varios expertos de la industria y artistas del actual panorama musical español analizan la música actual, la democratización y el libre acceso al sector, y el adiós definitivo al CD físico

A pesar de que Isabel Pantoja o Julio Iglesias continúan apareciendo en el Wrapped de Spotify (una especie de resumen anual e individual que realiza la plataforma sobre las canciones y artistas más escuchados por el usuario) de los más folclóricos, este 2022 el trono lo han ocupado Rosalía y su Despechá, y Quevedo y Bizarrap con su Quédate.

Convertidas ambas en la canción del verano, han dejado muy atrás el Marinero de Luces con el que la tonadillera conseguía emocionar a estadios repletos de gente en los 80, o el Me va, me va de un Julio Iglesias que aseguró volver a los escenarios a sus casi 80 años, aunque todavía no haya señal alguna de su regreso. Entre un extremo y otro han pasado décadas, donde la música ha evolucionado y se ha ido transformando y moldeando «por lo que ocurre en el momento histórico que cada artista vive», según asegura a la SER Juan Carlos Fasero, director comercial de la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE).

¿Por qué la música cambia con el paso del tiempo?

«La música es un reflejo de la sociedad de cada momento y en función de lo que está pasando en esa sociedad los propios músicos tienen una concepción de lo que ocurre y lo reflejan en la música de cada época», comenta Fasero.

Pero además de esto, la tecnología y la forma de producir las canciones ha cambiado paralelamente junto al estilo. Así lo recuerda Max Miglin, productor y music audio engineer en MG Studios Madrid: «Antes de la Pantoja, tocaban todos a la vez y la mezcla se hacía diciendo: ‘El solo violín que se acerque un poquito más’. Había gradas en los estudios para lograr la mezcla de todos los violines».

Los jóvenes, que ocupan un lugar clave en la industria musical, escriben influenciados, según el director comercial de la SGAE, sobre lo que leen en los medios de comunicación acerca de ellos: el paro, una vida peor que la de sus padres, el cambio climático y sus efectos, el futuro muy negro… «Lo que transmite su música tiene que ver con ese futuro que se les vende», apunta. Pero antes de eso, eran los movimientos sociales los que regían la música.

«En los 60, en España, hasta mediados de los 70 estábamos en una dictadura y la música estaba condicionada por ese momento: era más feliz, hablaba de historias cotidianas, pero no tenía rasgos políticos. En los 70, hay movimientos contra el franquismo y hay canciones protesta.

 Los 80 es una de las décadas más explosivas, se animó a la gente a salir y disfrutar en la calle, supuso una revolución. En los 90, llega la crisis y aparece una música más tétrica y oscura. Los 2000 empezaron muy bien, pero en 2008 se volvió una música más oscura y centrada en los cantautores por la crisis.

En 2010 fue la época de la revolución de las mujeres, ya que muchas empezaron a tener una relevancia bastante importante. A partir del 2020, estuvo marcada por el reguetón, que llevaba mucho tiempo», explica Juan Carlos Fasero.

La democratización de la música, todo un debate

Uno de los pilares de la música actual se levanta gracias a las plataformas musicales: la gran novedad que ha fomentado el acceso libre a la industria, ya que cualquier persona puede producir sus propios temas, subirlos a una plataforma y convertirse en artista. En este sentido, se produce un debate sobre si esta democratización de la música es positiva o no para el sector.

Por un lado, Miglin asegura que es «la parte jodida de todo esto» porque muchas veces esta música «no requiere más que un ordenador y la voz de quien la quiera poner, que puede cantar bien o mal, pero es tan moldeable que no necesita de esa presión que tenía un músico antes».

«Aplaudimos que hemos democratizado el acceso a la producción musical y todo el mundo hace de todo, encima no necesitas ni una discográfica para sacarla, pero las producciones son cada vez más pobres porque la generación de chicos que hacen música ahora no tienen la tradición musical que se venía alegando», añade el productor de artistas como Malú o Pablo López.

Por otro lado, Beret, artista emergente que acaba de publicar Resiliencia, su nuevo disco de estudio con dúos con Estopa u Omar Montes, asegura que es «brutal» este libre acceso a la industria. «La música es una herramienta para ser libre y debe tener acceso todo el mundo a ella», asegura. También lo celebra Fasero, quien aplaude que «cualquier artista pueda subir su música de forma legal, protegida y con una remuneración». «Es maravilloso que cualquier persona del mundo pueda acceder a ella con las plataformas, eso antes con el disco físico podía llegar a ser imposible», confiesa.

¿Se acerca el fin del CD físico?

Detrás de la parte positiva de todas las novedades y avances que han traído las plataformas, quien paga un precio bastante caro es el disco físico: el CD cada vez se vende y escucha menos, además de que los nuevos ordenadores o incluso los coches ya se fabrican sin ranura para introducirlos y que se reproduzcan.

«El hecho de que las plataformas mantengan sus tarifas desde 2008 a pesar de que haya aumentado el consumo hace que la cantidad que llega a los autores sea baja. Las sociedades de gestión debemos trabajar porque las tarifas sean lo más justas posibles y el autor reciba la remuneración aproximada a lo que se podría estar percibiendo por los discos físicos hace 20 años», aseguran desde la SGAE.

A pesar de ello, Beret admite que no le «quita el sueño» esta decadencia del disco. «Tengo 26 años y he estado acostumbrado a ir perdiendo lo físico. Quien quiera un formato físico lo va a buscar y el que quiera escuchar solo en digital, va a poder hacerlo».

Lo que pasé de hoy en adelante con la música: su financiación, el futuro del CD físico o los estilos que están por venir… No lo puede predecir nadie. Pero lo único que está claro es que todo periodo marca a fuego en la historia de la música a aquellos que rompen los esquemas y consiguen prolongar uno de los mayores placeres del mundo y una de las cosas que tenemos en común como seres humanos y como sociedad.

29 Minutos.es

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