LUSAIL, Qatar (AP) — En una final de película para su carrera mundialista, Lionel Messi saldó toda la discusión. El 18 de diciembre de 2022 en Doha Lionel Andrés Messi alcanzó la inmortalidad. La final de Qatar ha entrado en la historia como un duelo irrepetible, en el que el capitán argentino volvió a sorprender al mundo.
El astro de 35 años condujo a la Argentina a su tercer título mundial tras vencer 4-2 al campeón defensor Francia el domingo en una definición por penales en el estadio Lusail, en el cierre memorable para el primer certamen celebrado en Medio Oriente.
En su quinta y última Copa del Mundo, Messi se sacó la espina pese a que su más probable sucesor, Kylian Mbappé, casi se lo impide con el primer triplete en una final en 56 años para poner el 3-3 al cabo de 120 minutos de máxima tensión.
“¡Vamos Argentina la c… de tu madre (término soez). ¡Somos campeones del mundo!”, gritó Messi, autor de dos goles en los 120 minutos de juego, ante una frenética masa de aficionados argentinos justo antes de levantar el trofeo dorado con el que pagó su única deuda con el fútbol.
Con siete Balones de Oro, cuatro Ligas de Campeones, una Copa América y ahora un Mundial, el argentino ingresó definitivamente al panteón de los mejores de la historia de este deporte, acompañando a Pelé y Diego Maradona. Fue además en el mismo torneo en que su némesis Cristino Ronaldo se despidió con lágrimas en cuartos de final y difícilmente puede levantar el trofeo alguna vez con su Portugal.
“Es una locura que se haya dado de esta manera. Lo deseaba muchísimo”, dijo Messi. “Sabía que Dios me lo iba a regalar, presentía que iba a ser esta”.
Ataviado con una túnica qatarí de color negro, Messi besó la Copa del Mundo y la meceó antes de alzarla.
Argentina estampará una tercera estrella a su casa tras las consagraciones de 1978 y 1986. Salió derrotada en las siguientes dos finales que disputó, en 1990 y 2014.
La Albiceleste puso fin a 20 años de hegemonía europea en el mundo. Francia, campeón en 1998 y 2018, se quedó con las ganas de emular a Brasil, última selección que dio dos vueltas consecutivas en 1958 y 1962.
“Le quiero decir a la gente que disfrute porque este es un momento histórico”, dijo el seleccionador argentino Scaloni.
En la tanda de penales, Argentina tuvo una producción ideal con las ejecuciones Messi, Paulo Dybala, Leandro Paredes y el último Gonzalo Montiel. El arquero Emiliano Martínez atajó el disparo de Kingsley Coman, mientras que Aurélien Tchouaméni pateó desviado.
Para Les Bleus anotaron Mbappé y Randal Kolo Muani.
“Nacimos para sufrir, vamos a sufrir toda la vida, pero esto no me lo voy a olvidar más”, dijo el volante Rodrigo de Paul. “Para ser campeones había que ganarle al último campeón y lo hicimos”.
Saber sufrir para ganar fue la premisa de Argentina en el torneo. En la final también.
Fue una paliza táctica de Argentina en el primer tiempo con un Messi estelar, pero el campeón defensor emergió de las tinieblas con el fuego de Mbappé.
En la que ha sido una constante durante todo el torneo, el equipo sudamericano no repitió el equipo respecto al partido anterior. Scaloni, su joven entrenador de 44 años, esta vez sorprendió con el ingreso de Di María desde el arranque para un duelo de velocistas con Mbappé.
El futbolista de la Juventus de Italia, quien se había perdido la final del Mundial de Brasil 2014 por un desgarro, jugó pocos minutos en la fase decisiva de Qatar debido a una sobrecarga en el cuádriceps de la pierna izquierda. Al final, se estaba preparando para su última función con la selección ya que en la previa del torneo había anunciado su retiro de la misma.
Fue un arranque agresivo de Argentina, con sus volantes Rodrigo De Paul, Enzo Fernández y Alexis Mac Allister como leones hambrientos de toda presa de color azul. Hubo también una búsqueda constante de cambios de frente hacia Di María por izquierda a las espaldas de Jules Koundé.
En una de las tantas carreras del argentino, Ousmane Dembelé le cometió una falta infantil en el área que sancionó de inmediato al árbitro polaco Szymon Marciniak.
Messi se paró en el punto de penal, cerró los ojos, respiró hondo y acarició la pelota con la zurda. La pelota, a media altura, entró como en cámara lenta al lado opuesto al que se había tirado Hugo Lloris, uno de los mejores arqueros del certamen.
La Albiceleste tomó la ventaja, tal como había sucedido en los seis partidos anteriores que jugó en Qatar.
Como niños en los potreros del país sudamericano, los argentinos se divirtieron en el patio trasero francés con una sucesión de toques antes del segundo gol. Nahuel Molina recuperó la pelota en campo propio y descargó en Messi. La Pulga jugó de primera para Julián Álvarez, que a su vez se combinó con Mac Allister. Ante la única resistencia de Dayot Upamecano, el volante del Brighton inglés tocó al medio del área para Di María.
Con la frialdad de un asesino, el delantero de 34 años definió de zurda. Fue su primer grito en Qatar.
Francia, la selección europea más dominante del siglo con un título en tres finales, se vio afectada por un virus gripal en la antesala del partido decisivo, que afectó a varios de sus jugadores más importantes como Upamecano, Raphael Varane y Adrien Rabiot.
En terapia intensiva, el técnico francés Didier Deschamps movió el banco, sacó a Dembelé, Antoine Griezmann y Oliver Giroud. El equipo recibió una dosis de energía a la ofensiva con Marcus Thuram, Kolo Muani y Coman.
Del lado argentino se hizo evidente una merma física. Scaloni sacó a Di María por Marcos Acuña, para conformar una línea de cinco que terminó desdibujando al equipo y costándole muy caro.
Y en el desconcierto argentino, Mbappé empezó su función.
A diez del final, batió al arquero Martínez de penal, sancionado por una falta del zaguero Nicolás Otamendi sobre Kolo Muani. Un minuto después, al astro francés selló su doblete para un empate inimaginado.
“Hemos resucitado revirtiendo una situación comprometida” dijo el seleccionador francés Deschamps. “El final es cruel. El sueño no se materializó”.
Coman le robó una pelota en el medio al propio Messi en el inicio de una jugada ofensiva que terminó con una espectacular volea de Mbappé.
El capitán argentino tuvo la última palabra antes de bajar el martillo de los 90 minutos con un zurdazo desde fuera del área frustrado por Lloris.
En el tiempo extra, Lautaro Martínez tiró un bombazo que despejó a Lloris, pero como un duende apareció Messi para empujarla. El zaguero Upamecano la sacó de su propio arco, pero el árbitro dijo el gol.
Fueron los únicos goles que anotó el astro en las seis finales que disputó con su selección, entre mundiales y Copa América. Entre los muchos récords que quebró en Qatar, el Diez también se convirtió en el primer jugador en la historia del certamen en inflar las redes en la ronda de grupo y en cada una de las instancias de la fase de eliminación directa.
Con los títulos del mundo y Copa América, más los dos gritos en la final, Messi superó la producción futbolística del mismísimo Maradona, que no pudo convertirse en el único mundial que ganó en 1986 ni en la final de 1990.
Pero su equipo no pudo sostener la ventaja. El lateral Montiel despejó con el antebrazo en el área un remate de Mbappé que dio pie al penal que el propio delantero ejecutó para completar el hat-trick.
Antes de la tanda de penales, el arquero argentino salvó un disparo a quemarropa de Kolo Muani y luego un Martínez solitario en área francesa cabeceó desviado.
Cuando los reflectores de la final estaban preparados para Messi y Mbappé, el arquero “Dibu” Martínez se volvió el héroe de la película. Tras los dos penales del francés que no había podido atajar en los 90, el guardameta del Aston Villa se agigantó en el momento de la verdad y contuvo el disparo de Coman. Luego Tchouaméni falló el suyo.
Argentina esta vez fue contundente y no lo dejó escapar.
“Hoy estoy liberado”, dijo Scaloni. “Este equipo solo me causa orgullo, es todo de ellos”.
El astro de 35 años condujo a la Argentina a su tercer título mundial tras vencer 4-2 al campeón defensor Francia el domingo en una definición por penales en el estadio Lusail, en el cierre memorable para el primer certamen celebrado en Medio Oriente.
En su quinta y última Copa del Mundo, Messi se sacó la espina pese a que su más probable sucesor, Kylian Mbappé, casi se lo impide con el primer triplete en una final en 56 años para poner el 3-3 al cabo de 120 minutos de máxima tensión.
“¡Vamos Argentina la c… de tu madre (término soez). ¡Somos campeones del mundo!”, gritó Messi, autor de dos goles en los 120 minutos de juego, ante una frenética masa de aficionados argentinos justo antes de levantar el trofeo dorado con el que pagó su única deuda con el fútbol.
Con siete Balones de Oro, cuatro Ligas de Campeones, una Copa América y ahora un Mundial, el argentino ingresó definitivamente al panteón de los mejores de la historia de este deporte, acompañando a Pelé y Diego Maradona. Fue además en el mismo torneo en que su némesis Cristino Ronaldo se despidió con lágrimas en cuartos de final y difícilmente puede levantar el trofeo alguna vez con su Portugal.
“Es una locura que se haya dado de esta manera. Lo deseaba muchísimo”, dijo Messi. “Sabía que Dios me lo iba a regalar, presentía que iba a ser esta”.
Ataviado con una túnica qatarí de color negro, Messi besó la Copa del Mundo y la meceó antes de alzarla.
Argentina estampará una tercera estrella a su casa tras las consagraciones de 1978 y 1986. Salió derrotada en las siguientes dos finales que disputó, en 1990 y 2014.
La Albiceleste puso fin a 20 años de hegemonía europea en el mundo. Francia, campeón en 1998 y 2018, se quedó con las ganas de emular a Brasil, última selección que dio dos vueltas consecutivas en 1958 y 1962.
“Le quiero decir a la gente que disfrute porque este es un momento histórico”, dijo el seleccionador argentino Scaloni.
En la tanda de penales, Argentina tuvo una producción ideal con las ejecuciones Messi, Paulo Dybala, Leandro Paredes y el último Gonzalo Montiel. El arquero Emiliano Martínez atajó el disparo de Kingsley Coman, mientras que Aurélien Tchouaméni pateó desviado.
Para Les Bleus anotaron Mbappé y Randal Kolo Muani.
“Nacimos para sufrir, vamos a sufrir toda la vida, pero esto no me lo voy a olvidar más”, dijo el volante Rodrigo de Paul. “Para ser campeones había que ganarle al último campeón y lo hicimos”.
Saber sufrir para ganar fue la premisa de Argentina en el torneo. En la final también.
Fue una paliza táctica de Argentina en el primer tiempo con un Messi estelar, pero el campeón defensor emergió de las tinieblas con el fuego de Mbappé.
En la que ha sido una constante durante todo el torneo, el equipo sudamericano no repitió el equipo respecto al partido anterior. Scaloni, su joven entrenador de 44 años, esta vez sorprendió con el ingreso de Di María desde el arranque para un duelo de velocistas con Mbappé.
El futbolista de la Juventus de Italia, quien se había perdido la final del Mundial de Brasil 2014 por un desgarro, jugó pocos minutos en la fase decisiva de Qatar debido a una sobrecarga en el cuádriceps de la pierna izquierda. Al final, se estaba preparando para su última función con la selección ya que en la previa del torneo había anunciado su retiro de la misma.
Fue un arranque agresivo de Argentina, con sus volantes Rodrigo De Paul, Enzo Fernández y Alexis Mac Allister como leones hambrientos de toda presa de color azul. Hubo también una búsqueda constante de cambios de frente hacia Di María por izquierda a las espaldas de Jules Koundé.
En una de las tantas carreras del argentino, Ousmane Dembelé le cometió una falta infantil en el área que sancionó de inmediato al árbitro polaco Szymon Marciniak.
Messi se paró en el punto de penal, cerró los ojos, respiró hondo y acarició la pelota con la zurda. La pelota, a media altura, entró como en cámara lenta al lado opuesto al que se había tirado Hugo Lloris, uno de los mejores arqueros del certamen.
La Albiceleste tomó la ventaja, tal como había sucedido en los seis partidos anteriores que jugó en Qatar.
Como niños en los potreros del país sudamericano, los argentinos se divirtieron en el patio trasero francés con una sucesión de toques antes del segundo gol. Nahuel Molina recuperó la pelota en campo propio y descargó en Messi. La Pulga jugó de primera para Julián Álvarez, que a su vez se combinó con Mac Allister. Ante la única resistencia de Dayot Upamecano, el volante del Brighton inglés tocó al medio del área para Di María.
Con la frialdad de un asesino, el delantero de 34 años definió de zurda. Fue su primer grito en Qatar.
Francia, la selección europea más dominante del siglo con un título en tres finales, se vio afectada por un virus gripal en la antesala del partido decisivo, que afectó a varios de sus jugadores más importantes como Upamecano, Raphael Varane y Adrien Rabiot.
En terapia intensiva, el técnico francés Didier Deschamps movió el banco, sacó a Dembelé, Antoine Griezmann y Oliver Giroud. El equipo recibió una dosis de energía a la ofensiva con Marcus Thuram, Kolo Muani y Coman.
Del lado argentino se hizo evidente una merma física. Scaloni sacó a Di María por Marcos Acuña, para conformar una línea de cinco que terminó desdibujando al equipo y costándole muy caro.
Y en el desconcierto argentino, Mbappé empezó su función.
A diez del final, batió al arquero Martínez de penal, sancionado por una falta del zaguero Nicolás Otamendi sobre Kolo Muani. Un minuto después, al astro francés selló su doblete para un empate inimaginado.
“Hemos resucitado revirtiendo una situación comprometida” dijo el seleccionador francés Deschamps. “El final es cruel. El sueño no se materializó”.
Coman le robó una pelota en el medio al propio Messi en el inicio de una jugada ofensiva que terminó con una espectacular volea de Mbappé.
El capitán argentino tuvo la última palabra antes de bajar el martillo de los 90 minutos con un zurdazo desde fuera del área frustrado por Lloris.
En el tiempo extra, Lautaro Martínez tiró un bombazo que despejó a Lloris, pero como un duende apareció Messi para empujarla. El zaguero Upamecano la sacó de su propio arco, pero el árbitro dijo el gol.
Fueron los únicos goles que anotó el astro en las seis finales que disputó con su selección, entre mundiales y Copa América. Entre los muchos récords que quebró en Qatar, el Diez también se convirtió en el primer jugador en la historia del certamen en inflar las redes en la ronda de grupo y en cada una de las instancias de la fase de eliminación directa.
Con los títulos del mundo y Copa América, más los dos gritos en la final, Messi superó la producción futbolística del mismísimo Maradona, que no pudo convertirse en el único mundial que ganó en 1986 ni en la final de 1990.
Pero su equipo no pudo sostener la ventaja. El lateral Montiel despejó con el antebrazo en el área un remate de Mbappé que dio pie al penal que el propio delantero ejecutó para completar el hat-trick.
Antes de la tanda de penales, el arquero argentino salvó un disparo a quemarropa de Kolo Muani y luego un Martínez solitario en área francesa cabeceó desviado.
Cuando los reflectores de la final estaban preparados para Messi y Mbappé, el arquero “Dibu” Martínez se volvió el héroe de la película. Tras los dos penales del francés que no había podido atajar en los 90, el guardameta del Aston Villa se agigantó en el momento de la verdad y contuvo el disparo de Coman. Luego Tchouaméni falló el suyo.
Argentina esta vez fue contundente y no lo dejó escapar.
“Hoy estoy liberado”, dijo Scaloni. “Este equipo solo me causa orgullo, es todo de ellos”.